Los suspiros de Don Berto eran tan magníficos, cadenciosos y rítmicos que resultaban magnéticos para la gente, que se enamoraba de el por esa ternura y sentimiento que le ponía al expirar.Hasta que un buen día estornudó con brio y todos le confundieron con Hitler.
1 comentario:
Y siempre pudo ser peor...
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