domingo, agosto 21, 2011

Parte 2

Cuando los hombres llegaban a la edad de 18 años se debían inscribir en el Real Registro de Apareamiento donde automáticamente se metían en el bombo todas las mujeres que tuvieran los 16 años cumplidos. Una vez al año se procedía al sorteo y las felices parejas ya podían convivir juntas para lo cual el Estado les concedía una casa, eso si el límite de uniones anuales se acotaba por las casas disponibles cada año que dependían de las muertes que eran las que provocaban la existencia de lugares vacíos. Tan sólo los más viejos recuerdan el decreto 28 de Gomercio IV el Reflexivo que obligó a morir a todos los gígodos de más de 75 años ya que no se celebraban apareamientos suficientes para mantener las guarderías llenas.

En el sorteo las mujeres sobrantes constituían el llamado “excedente de cupo” que se encargaba tanto de regentar como de rellenar las tabernas (estos aspectos los trataremos más adelante).

La principal tarea de los gígodos era la fabricación de recipientes metálicos circulares o en forma de corazón para el almacenamiento de galletas danesas de mantequilla, eso si en todo el Imperio nadie sabía quien era el encargado de la fabricación de la repostería ni tampoco sabían por que la elaboración de cajas metálicas causaba tal contaminación.

Los varones trabajaban desde los doce años, seis días a la semana, quince horas al día con una hora de descanso para comer, durante el año entero. El séptimo día de cada semana se le llamada el día del orgullo patrio y los Gígodos con regocijo trabajan doce horas al día para el mantenimiento de monumentos, parques y edificios oficiales sin descanso para comer, el resto de las horas del día eran para el esparcimiento que habitualmente se realizaba en las tabernas.

Las mujeres tan sólo tienen obligaciones patrias el séptimo día, el resto de ellos de deben consagrar al cuidado de la casa y de los niños, hay que decir que es obligación de las parejas gígodas tener hijos, desde la normativa de Geon IV “El soplaflautas” se creó la figura del inspector de coitos que por sorpresa debe visitar las casas gigodas de once a doce de la noche para vigilar la consumación del acto, si bien alguno de estos inspectores cegados por su poder y de modo lascivo en los primeros años del decreto acabaron por desprestigiar la casta funcionaria, orgullo del pueblo de Gringordia, intentando compartir copulaciones, montando tríos o directamente bajándose los pantalones y echando puertas a fuera a uno de los cónyuges ( a elección por supuesto del corrupto funcionario). Estos oscuros y poco virtuosos acontecimientos dieron lugar a la imposición por parte de Geon V “El hijo del soplaflautas” a la incorporación de la cláusula 3/12 sobre castración de funcionarios de procreación.

martes, julio 05, 2011

El principio de una historia más larga

Gringordia amanecía todos los días techada por el humo gris de sus fábricas, los rayos de sol que de vez en cuando se filtraban a través del grueso manto de desechos daban pinceladas de luz en un entorno completamente plomizo. Sus habitantes a modo de ordenados insectos recorrían las calles con una sintonía tal que daba la impresión de que su lider gobernaba no sólo sus recursos sino sus movimientos y todos y cada uno de los gígodos (gentilicio de Gingordia) acompañaba sus pasos al son de sus toses gratuitamente proporcionadas por sus medios de producción

Los varones gígodos desde muy temprana edad trabajaban en las fábricas mientras que las mujeres desde muy jóvenes eran educadas para servir, primero a sus padres y después a sus esposos, y en caso de fallecimiento del cónyuge rápidamente el gobierno concierta un nuevo matrimonio, la figura de una mujer soltera es muy mal vista en la cultura gígada y tan sólo es aceptada en la figura de las excedentes de cupo.

Este concepto de matrimonio o unión conyugal quizás merece una explicación más profunda para que el lector se haga cargo de las pintorescas costumbres de este pueblo y se podría dedicar veinte volúmenes tan sólo para hacer mención a los primeros cien años de legislación matrimonial desde el reinado de Gomercio I el telépata el fundador del Estado moderno Gígodo.

viernes, enero 28, 2011

Pereza

No llevo ni diez días intentando revivir el blog y ya me da pereza...

jueves, enero 20, 2011

Premios

La verdad es que siempre me he considerado un tipo con talento para escribir, de viva imaginación y acertado uso de epítetos e hipérboles. Si bien ya rondo una edad que anda más cerca de vivir de recuerdos que de fabricarlos jamás he terminada novela alguna, es más juntar dos páginas ya me parece un logro importante, lo cierto es que si junto las dos páginas de todas mis ideas brillantes puedo crear un libro de tamaño similar al Quijote o al “Ulises” de Joyce.


Cada libro que leo, película que veo o vivencia que me cuentan me inspira, y mi viva imaginación hace que cientos de historias surjan de mi fructífero cerebro, me imagino el principio del relato, su nudo y su desenlace, me invento maneras de meter paja en medio para que su contenido parezca más profundo, pero una vez pasada la fatídica página dos ya tengo otra fantástica creación en mente para mi objetivo.


Mi proceso creativo consta de dos partes, en la primera me pongo a relatar la historia y en la segunda se me ocurre que me haré famoso por ello, cientos de lectores ávidos de originalidad en sus lecturas devoraran mi texto con pasión, entonces vendrán los premios literarios y las entrevistas de periodistas, entonces antes de terminar el relato me siento en la obligación de responder la curiosidad de mis lectores y me imagino que me preguntaran y que sería correcto contestar, para resultar un tipo interesante a la par que original y gracioso.


El siguiente paso es pensar que una vez triunfes con un libro debo coger el resto de mis relatos tan sólo empezados y darles forma, porque una vez creado el mito ya da igual que las palabras que junten no tengan sentido alguno, puedo vivir literariamente de mis fans que esperaran con anhelo mi próxima creación.


Y no, no penséis que pienso vivir de esto, el dinero no me importa, sino tan sólo el hecho que mi creación no sea sólo parte de mi propia autoestima sino que sienta como rayos de halagos de personas que no soy yo atraviesen los muros de mi casa y mi propio cuerpo para llegar a las neuronas encargadas de que me crea que todo este tiempo que paso gestando historias sea útil.


Y esta vez creo que con estas palabras conseguiré que este relato que así empiezo sea el génesis de mi aparición un futuros libros pedagógicos sobre literatura, aunque me asusta que en ellos siempre se incluya una biografía, la mia no va a incluir prostitutas sifilíticas como la de Baudelaire, amores imposibles como Becquer o maltratos infantiles como Bukowsky, sino una vida tan aburrida que los futuros alumnos de literatura odiarán por ser un bendito rollo patatero.


Y con todo esto se me ha ido el santo al cielo nuevamente, esta no va a ser mi obra maestra, pero aquí se queda para completarla el día que consiga abrirme un hueco en el panorama literario.

lunes, enero 17, 2011

La historia de Godzilla

Mentrudete era un monstruo normal, vivía bajo el mar en una sima preciosa donde se alimentaba de ballenas y cetáceos en general que pasaban por allí, lo cierto es que también comía peces más pequeños pero debido a su ciclópeo tamaño ni se daba cuenta que engullía cientos de salmonetes todos los días.

El era feliz en su hábitat hasta que un día le costó más encontrar su ballena de merienda, el primer día se aguantó y el segundo, pero el tercero indignado salió de su entorno vital hasta el exterior del mar para ver que sucedía, allí vio un bonito barco ballenero de bandera japonesa que se metio entre pecho y espalda sin dudar, sus ocho estómagos graznaban de vacio y simplemente quiso cubrir sus necesidades, acto seguido volvió a sumergirse en su sima.

Todos los días salía a la hora de la merienda y se engullía veleros, portaviones e incluso una vez se comió un petrolero de bandera qatarí, que le dejó un regusto a regaliz pasado que no fue de su agrado.

Los humanos no se tomaron muy bien los cambios en la alimentación del pobre Mentrudete con lo cual mandaron a Ishiro Honda, un jovial japonés con conocimientos sobre cine que arriesgando su vida y megáfono en mano propuso al afable monstruo un trato que satisficiera tanto el apetito del monstruo, como ver restaurado el poco respecto que sentia este hacia los humanos.

Y Mentrudete jamás volvió a pasar hambre, pero también perdió su nombre dado que le decían que era poco artístico.

La carrera fulgurante del monstruo, que no tenía estudios, y el rápido ascenso en la escala social, le hizo un ser díscolo y caprichoso, con lo cual nadie quería rodar películas con el y se exilió al norte de las Bahamas en una sima parecida a donde nació.

Allí le acusaron de volver a sus malos hábitos alimenticios y aunque las pruebas eran contundentes ningún policia de ninguno de los paises cuyos jueces dictaron orden de detención contra el se atrevió a ir hasta allí para detenerlo.

Muchos años después en 1998 un afamado director de películas sobre catástrofes se embarcó en la empresa de rodar con el viejo Mentrudete, lo cierto es que la película era muy mala y además no tuvo mucho éxito, lo cual hundió en la miseria al monstruo y le condenó de nuevo al exilió.

Hoy 13 años después nadie sabe donde habita, pero gente afirma haberle visto en Nueva Orleáns, en Indonesía o allí donde halla habido catástrofes asociadas al mar.

Esta historia no me la he inventado, es cierta y si no me crees peor para ti lector, pero tiene la misma base científica que cualquier religión.

lunes, enero 10, 2011

Volviendo al mundoblog

Pensó que respirar era una cosa monótona y poco "cool" ya que lo hacía toda la gente y aunque por ello se muriera seguiría adelante con su plan, no hay nada peor que ser vulgar.

Pero descubrió que su decisión le había salido mejor de lo que pensaba, al principio le costó quitarse el vicio y daba pequeñas bocanadas involuntarias, pero su férreo control de su cuerpo le hizo adaptarse rápidamente y en unos minutos su cuerpo se tornó en colores de una gama que iba desde el azul celeste al morado intenso, se había convertido en un ser único.

Miles de años después seguía vivo e incluso le dedicaron una portada del "Time" nombrandole hombre del año y el se sintio orgulloso aunque el motivo del premio no fue su longevidad sino su parecido con el protagonista de Avatar 117 "El retorno de los navises".

lunes, junio 22, 2009

Como Santa Teresa.

Y vivo sin vivir en mi,
con la esperanza de vivir
y si muero, que no quiero
que me entierren en el bar donde nací.
No quiero flores ni llantos
ni amargura ni quebrantos
ni epitafios retorcidos
que en serena calma me halle
bajo la lápida guardarme
con cebada de la mia
que la vida es bien jodida
como para que una vez muerto
no se me conceda el descanso que quiero.