En el fondo sólo soy un simple muchacho que nació en una ciudad y que sueña con emigrar a un pequeño pueblo en la montaña donde no vea más el metro, el autobus y coches por todos lados.
Sólo soy un inocente gilipollas que está cada día un poco más harto de las aglomeraciones y de respirar monóxido de carbono.
Lo único es que en un pequeño pueblo acabaría cansado de la monotonía, pero mi cuerpo lo agradecerá la monotonía es sana.
Claro la otra opción es que al menos 4 millones de madrileños emigren a pueblos más pequeños y me dejen aquí en la capital con más hueco.
viernes, febrero 20, 2009
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