jueves, enero 20, 2011

Premios

La verdad es que siempre me he considerado un tipo con talento para escribir, de viva imaginación y acertado uso de epítetos e hipérboles. Si bien ya rondo una edad que anda más cerca de vivir de recuerdos que de fabricarlos jamás he terminada novela alguna, es más juntar dos páginas ya me parece un logro importante, lo cierto es que si junto las dos páginas de todas mis ideas brillantes puedo crear un libro de tamaño similar al Quijote o al “Ulises” de Joyce.


Cada libro que leo, película que veo o vivencia que me cuentan me inspira, y mi viva imaginación hace que cientos de historias surjan de mi fructífero cerebro, me imagino el principio del relato, su nudo y su desenlace, me invento maneras de meter paja en medio para que su contenido parezca más profundo, pero una vez pasada la fatídica página dos ya tengo otra fantástica creación en mente para mi objetivo.


Mi proceso creativo consta de dos partes, en la primera me pongo a relatar la historia y en la segunda se me ocurre que me haré famoso por ello, cientos de lectores ávidos de originalidad en sus lecturas devoraran mi texto con pasión, entonces vendrán los premios literarios y las entrevistas de periodistas, entonces antes de terminar el relato me siento en la obligación de responder la curiosidad de mis lectores y me imagino que me preguntaran y que sería correcto contestar, para resultar un tipo interesante a la par que original y gracioso.


El siguiente paso es pensar que una vez triunfes con un libro debo coger el resto de mis relatos tan sólo empezados y darles forma, porque una vez creado el mito ya da igual que las palabras que junten no tengan sentido alguno, puedo vivir literariamente de mis fans que esperaran con anhelo mi próxima creación.


Y no, no penséis que pienso vivir de esto, el dinero no me importa, sino tan sólo el hecho que mi creación no sea sólo parte de mi propia autoestima sino que sienta como rayos de halagos de personas que no soy yo atraviesen los muros de mi casa y mi propio cuerpo para llegar a las neuronas encargadas de que me crea que todo este tiempo que paso gestando historias sea útil.


Y esta vez creo que con estas palabras conseguiré que este relato que así empiezo sea el génesis de mi aparición un futuros libros pedagógicos sobre literatura, aunque me asusta que en ellos siempre se incluya una biografía, la mia no va a incluir prostitutas sifilíticas como la de Baudelaire, amores imposibles como Becquer o maltratos infantiles como Bukowsky, sino una vida tan aburrida que los futuros alumnos de literatura odiarán por ser un bendito rollo patatero.


Y con todo esto se me ha ido el santo al cielo nuevamente, esta no va a ser mi obra maestra, pero aquí se queda para completarla el día que consiga abrirme un hueco en el panorama literario.

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